"La evaluación que aspira a ser formativa tiene que estar continuamente al servicio de la práctica para mejorarla
y al servicio de quienes participan en la misma y se benefician de ella" Álvarez Méndez
Todos hablamos de evaluación, pero para cada uno de nosotros, evaluar tiene un significado diferente. Evaluar con intención formativa no es lo mismo que medir, ni calificar, ni corregir, tampoco es clasificar, ni examinar ni aplicar raros tests. La evaluación tiene que ver con muchas de estas cosas:calificar, medir, corregir, clasificar, certificar; pero el eje central de la actividad evaluativa es el uso y la finalidad con que se aplica. Con respecto a eso, dice Álvarez Méndez (1993) "En el ámbito educativo debe entenderse la evaluación como actividad crítica de aprendizaje, porque se asume que la evaluación es aprendizaje en el sentido que por ella adquirimos conocimiento"
Nosotros, hace tiempo que venimos reflexionando acerca de una concepción diferente de la evaluación como fenómeno destinado al aprendizaje y no sólo a la comprobación de conceptos o procedimientos, pensándola como un instrumento de mejora y no sólo como un tamiz capaz de proporcionar una calificación medidora de logros.
Todos necesitamos aprender de y con la evaluación. El profesor debe buscar evaluar para conocer, para mejorar su práctica docente desde su complejidad, y para colaborar en el aprendizaje del alumno conociendo las dificultades que tiene que superar, el modo de resolverlas y las estrategias que pone en funcionamiento. El alumno aprende al reflexionar, al partir de su propia evaluación y de la corrección, de la información contrastada que le ofrece el profesor, que será siempre crítica y argumentada, pero nunca descalificadora ni penalizadora.
Visto así, parece que en las escuelas se evalúa mucho y se cambia poco... Porque si en verdad la evaluación se destinara a aprender, se evitaría la repetición de errores, favoreciéndose una mejora en la práctica. Si sólo sirve para medir, clasificar, seleccionar...repetiremos de forma inexorable errores que llevan a la exclusión.
Estoy profundamente convencida que la evaluación no debe ser un momento final, sino que por el contrario, debe entremezclarse en el proceso de enseñanza-aprendizaje, posibilitando a los estudiantes transitar por un camino reflexivo muy interesante: el de saber porque si o porque no, se van alcanzado los fines previstos. Tanto para los alumnos como para los profesores, el entender la evaluación como un camino para el aprendizaje permite que sea recorrido de forma inteligente y responsable, ayudando a entender lo que sucede y por qué, facilitando la cambios de rumbo, de estrategias, reconocimiento de errores y sobre todo, la mejora de la práctica.
Por eso, me resulta muy interesante el uso de las rúbricas de evaluación.
He seleccionado distintos materiales al respecto que podrán encontrar en mi Libreta de Evernote para poder realizar sus propias grillas de evaluación, y además encontraran la rúbrica con la cual evaluaremos los portfolios.
También los invito a pasar por charlas de musas para seguir conversando sobre el tema y contar experiencias.
También los invito a pasar por charlas de musas para seguir conversando sobre el tema y contar experiencias.
Muy buena semana, nos seguimos leyendo (puesto que mi voz, aún brilla por su ausencia)
MAJO
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